30 de diciembre de 2014

Ser y estar

El lugar que respiras
derribó mis geografías.
Me descubre
en las palabras
que dibujé en la arena
y migraron con el frío.
Y consigue
que por fin
quiera ubicarme.

28 de diciembre de 2014

El secreto de las estrellas

Cuando cierro los ojos y no tengo qué soñar algo me dice que cielo y suelo terminan igual. Sé que no son las ovejas: ellas se limitan a escuchar.

23 de diciembre de 2014

Cuentos

Pasa otro año. Otro sello en la obligación de ser o nada. Aunque te empeñes en cerrar los ojos o nunca los hayas abierto, la vida te observa siempre. Y tu sonrisa o tu indiferencia depende de lo que le cuentes. Ocurre igual contigo. El problema no es tu soledad sino lo que te cuenta. Estamos hechos de cuentos. Que escriben encima irremediablemente. Entre mis cuentos está todo aquello a lo que he renunciado. Y mi inevitable apego al abismo. Cuento que este año amenazó con convertir el 10 de diciembre en 18 de enero. Que siempre pasa, aunque cierre los ojos. O nunca los abra. Aunque escriba encima para comprender que ya no somos todo, como al principio, en un pequeño mundo ajeno. Que somos parte de ese mundo que cada vez es más grande y nos lleva hacia la nada. No te creas, que tienes tu cuento. Y tienes que contarlo o nada.

30 de noviembre de 2014

Tugce

Hoy puedes acabar un día de fiesta en la cola de un McDonalds en una ciudad alemana. Quizás pensando que estás a punto de cumplir 23 años, cuando la ley te exige decidirte por la nacionalidad tuya o la de tus padres. Y en todo lo que has aguantado a cuenta de tu origen turco. Los gritos del baño te devuelven al McDonalds y te recuerdan otra cosa: eres mujer. Piensas que así es como pedirías auxilio. Y en todo lo que has aguantado a cuenta de tu condición sexual. Así que no dudas en acercarte para comprobar que dos chicos están abusando de dos chicas borrachas. Consigues boicotear la agresión. La más alta cualidad del género humano, sentir en el otro, lleva tu nombre turco. Pero las peores fronteras siguen estando en nuestras cabezas. Y alemán es el silencio y la promesa sobre un bate de béisbol. La bella Tugce ya no puede despertar más que una punzada en nuestro interior. Han sido sus padres quienes han decidido que las máquinas la desconectaran de Alemania el día en que cumplió 23 años.

28 de noviembre

Vigo, 28 de noviembre. Barrio de O Calvario. Un hombre entra en una sucursal bancaria con un arma y dos cargadores. No sabemos si quería salvar a su familia o reclamaba una vida de tarjeta Black. La policía acude a defender la propiedad de los ricos. Imaginaos la que se puede liar si cualquiera puede tomar lo del otro, cuando le apetezca. Como los consejos de ministros se llevan tus escuelas, tus hospitales y tus derechos. Las eléctricas tu sueldo. El banco tu casa. El empresario tu trabajo... La policía está para que solo te roben los de siempre y atraco es intrusismo. Va contra el orden. Y en este país, contra el orden, solo se disparan balas. Una va a parar a una agente de policía. Más de veinte al atracador. Otra a otro agente. Otra se dispara desde Murcia: un chaval escribe en twitter “bravo por el atracador, ha conseguido que dos delincuentes queden graves”. Quizás lo dice por los seis policías que están en prisión acusados de asesinar a un hombre a pocos kilómetros de su casa. Se oye cargar el arma desde algún despacho de la capital y el chaval es detenido en cuestión de horas. Una bala perdida impacta en el brazo de la trabajadora de la sucursal bancaria, tomada como rehén por el atracador. La agente de policía ha muerto. Como la rehén, no llevaba chaleco antibalas. Comparte final con el atracador. El alcalde suspende el acto de alumbrado de navidad.

27 de noviembre de 2014

El ser y la andada

Cuando todavía
sabemos poco
confiamos en que algo vendrá.

Pero
solo viene el olvido.

A más altura
más vértigo
y a cada ventana
un abismo

de hambre
y de ausencia.

Y dudas,
cada vez más feroces

de grito sordo
agazapado
en la sombra imposible
de un espejo roto,

que se convierten,
en tu mirada,
en nuestra batalla.

23 de noviembre de 2014

El bien y el mal (microensayo)

Para los seres con memoria como nosotros, el cascarón nunca se rompe. Lo único que se puede romper es el miedo a romperlo. Decía Cortázar que “solo hay un medio para matar a los monstruos: aceptarlos”.

Voy a por uno de esos monstruos. Esos que despachamos rápido abandonándonos a la voluntad de un ser superior o bajo el peso de la Ley: ¿Qué es el bien y qué es el mal? Si no hay bien y no hay mal, ocurre como cuando Nietszche exclamó que ya no había Dios: “todo está permitido”. Horror.

¿Existen el bien y el mal? Vemos un árbol y sabemos que existe. Independientemente de cómo lo nombremos o definamos. Independientemente de quién lo observe o incluso si nadie lo mira. Existe por sí mismo. Al bien y al mal no los vemos. Y tampoco son entidades aisladas que podamos definir por sí mismas ya que, lo que en un tiempo fue considerado “bueno” en otro es considerado una aberración. No tienen un valor absoluto, que es lo que anhelamos. Hablamos, por tanto, de convencionalismos.

Ese convencionalismo nace en el interés del grupo: el bien es aquello que hace sentir mejor a la mayoría y el mal es lo que pierde en esa batalla. Si me siento débil y amenazado por algún peligro, necesito del grupo y para mí el bien será que todos cuidemos de todos. Al que se sienta fuerte y no amenazado, asumir la responsabilidad le hará sentirse aceptado en el mejor lugar del grupo. Pero quien se sienta fuerte como para no necesitar al grupo o no le compense asumir esa responsabilidad con el grupo, puede quedar descolgado en el terreno destructivo hacia el grupo y todo lo que se ha erigido desde y para el grupo. Sabemos que asumir la responsabilidad con otros pesa. No asumirla, no. La clave está en dónde tenga el individuo su centro de recompensa. En el caso extremo tenemos a los pederastas o los asesinos en serie. No ayuda nada cerrar el tema concluyendo que son monstruos. Básicamente, les reporta más beneficio estar fuera del grupo porque tienen su centro de recompensa fuera de él, aunque traiga dolor para otros.

En la vida cotidiana tenemos estos mismos dilemas, aunque tampoco seamos conscientes de ellos. Nos puede dar vértigo cuando estamos elevándonos por estar haciendo algo “bien”. Aparecen los pensamientos saboteadores, que solo se explican como lo contrario a lo que estamos haciendo, la destrucción de lo construido. Solo aparece el miedo a no estar a la altura o a hacer daño cuando se ha creado un lazo afectivo con alguien. Y al contrario, en muchos comportamientos cotidianos adoptamos posturas de evitación, de no cuidar al otro, para huir de esa responsabilidad que intuimos. No nos compensa. A mi modo de ver, el “bien” estaría relacionado con todo lo que hacemos fuera de nuestro centro de recompensa.

Cada uno que ponga manos a su obra. Nuestra herencia católica dice que un acto “tiene sentido”, como si fuera una propiedad del mismo. Los anglosajones hablan de “hacer sentido” (make sense), entendiendo que el sentido es una construcción nuestra. De la misma manera, no tienen la falsa dicotomía “nada” vs “algo”. La nada es la ausencia de algo (no-thing), no existe por sí misma. Y con lo “bueno” y lo “malo” ocurre algo muy parecido. Lo único que tiene nuestro sello es lo definido como “bueno”. Lo “malo” es solo la reacción en contra. El bien, tu “algo”, tu “sentido”, es lo único que verdaderamente tiene valor, porque es lo único que escribes contra el vacío.

22 de noviembre de 2014

Empatía

Imaginó a su madre limpiando aquel restaurante para que a él no le faltase nada en su adolescencia. Y esta vez no quiso buscar un chiste fácil o un piropo con el que arrancarle otra sonrisa. Señaló a la señora de verde que frotaba de rodillas la base de uno de los taburetes de la sala de descanso y dijo, para los dos, "yo no vuelvo a poner un pie ahí".

20 de noviembre de 2014

Color es

Alucino viendo dibujado en el cielo ese violeta desgarrando el fondo de siempre. Es el que no supe pintar en las clases del colegio y acabé resolviendo con uno de mis primeros “esto no es lo mío”. Esa belleza me recuerda que nunca podremos saber cómo ve el mismo color otra persona. Porque el color no es una propiedad sino una percepción. El cielo no es azul. Depende de lo que encuentre en su camino la luz que envía el Sol. Y leo por ahí que los rusos tienen una sola palabra “azul” para doce de nuestros colores. No quiere decir que no los vean, sino que no los nombran, que es como decir que no existen. Quizás es porque están más ocupados en llamar “azul” a quien nosotros dedicaríamos el maravilloso apodo de “mariquita”. Pero no nos quejemos que, si se trata de matices y de mirar al cielo, nosotros no hemos sido capaces de crear una palabra como la inglesa “heaven” para el destino de las almas. Nuestros buenos van al “Cielo”. Sí, al color de los mariquitas. Y yo, que no creo en el Cielo, sé que la Naturaleza solo muestra el arcoiris después de la lluvia. Uno solo puede ver al otro tal y como es tras la primera herida. La que deja pasar la luz. Así es como surgió el más bonito de mis colores, que no podría ver ni el más avezado de los rusos ni el más quisquilloso anglosajón. El color que dibujo cuando miramos juntos.

18 de noviembre de 2014

12 de noviembre de 2014

Mis sonrojos

Me dejo ir
por el río
de tu interminable presencia.
Entre la certeza
de no tenerte
y el pavor
a la
desembocadura.

5 de noviembre de 2014

Creencias

Me creo
cada mañana
en función de lo que
me crea
cada mañana

Contigo

Me dices
que te pierdo
y
que
no quieres
encontrarte.
Y yo
que nunca tuve
más
que la sensación
de estar perdido,
encuentro,
por fin,
mi sitio.

4 de noviembre de 2014

¿Adiós?

Empezaba el día en que iba a ser despedida. Apenas llovía y ella esquivó al frío colocando con suavidad su pañuelo preferido alrededor del cuello. Esa suavidad le regaló la idea de que el olor a infancia ya no le dolía. Y se sintió fuerte, tanto como para hacer las paces con el destino y arrancarle un espacio para ella. Las palabras ya descansan en pasado, como todo lo ajeno. Pero ese día se queda con ella.

26 de octubre de 2014

Prioridad

Deceleraba. Mientras escuchaba a su motor agradecido, observaba la parsimonia de la niña cruzando el paso de peatones. Por un momento, se refugió en ese lugar donde habita lo que solo una vez nunca supimos. Y las curvas que dibujaron en la carretera esos pequeños pasos arrancaron en él una sonrisa nueva.

22 de octubre de 2014

¿Quién sabe? (microrrelato)

El miedo empezó a extenderse. Alguien había escapado de prisión. Peligro. No había seguridad posible. Quizás ocurriera al segundo siguiente. A ella. A él. Había que defenderse. Pero ¿de qué? ¿Cómo es? Es más, ¿qué es lo que defendemos? ¿por qué tienen que ser así las cosas? ¿No podía haber sido como los demás? Pensar como piensan los demás. Responder lo que responden los demás. Quedarse en la prisión, como los demás.

14 de octubre de 2014

Despejos

El chaval del segundo se mira en la foto de la estrella del momento. La madre se ha atrincherado en la cocina y el padre pide instrucciones a un libro sagrado.

En el tercero el guaperas rebusca en imágenes ajenas su camino al deseo mientras ella, con los ojos cerrados, le sueña de otra manera.

En el bajo un pequeño devuelve a la infancia a su tío deprimido.

La muchacha del quinto prueba a hilvanar sus propias heridas con otra canción.

En el primero se oye discutir a una pareja. Después de necesitar los elogios, se necesita el daño. Y después se necesita al otro para explicar el fracaso. El hijo aguarda soñando sobre la sonrisa de una bandera.

Y en el ático, ensimismado, solo, escribo sobre un edificio sin espacio para mí.

13 de octubre de 2014

Siempre

Otro folio cansado
dibuja sombras
de ventana
con mueca.
Un bolígrafo calla,
mimetizado.
O quedar atrapado
en la idea
que te libre
de verte.
Otro cielo ha caído
y te lleva contigo.
El tiempo corre
siempre
en favor del olvido

10 de octubre de 2014

Apocalipsis

Palabra enigmática, terrible y hermosa. Según la mitología, Calipso era una ninfa que tenía el don de hacer olvidar. Homero cuenta cómo consigue retener a Ulises a su lado durante años. Y con el prefijo “apo” los griegos usaban esta palabra para hablar de “salir del olvido” o “reencontrarse con la realidad”.

Reencontrarse con la realidad es, casi siempre, marcar un punto de no retorno: a partir de aquí ya nada puede ser igual. Mi primer apocalipsis llegó cuando tenía siete años. Una niña un poco mayor que yo esperaba ser ayudada al otro lado de la tele. Había quedado atrapada entre los restos de su casa, derrumbada por un movimiento de tierras en Colombia. Durante tres días el mundo miraba a esa niña que iba a morir. Todos quisimos a Omaira y hoy nos duele su imagen tanto como en aquellos días. ¿Por qué yo sí y ella no? A mí también se me cayó la casa encima y me arrastró el lodo de la vida ajena, imparable, indiferente. Siempre hay algo contra lo que no puedes luchar. Un volcán, la pobreza, el olvido. Que a la vida no le importe si es justa o no. Ella se quedó en nuestra memoria. Quizás para poder digerir, sin ser arrastrados, el dato que decía que, como Omaira, hubo 25.000 muertos en Armero.

Poner una cara, nombrar y empatizar para poder pensar que no está todo perdido. La capacidad de verse en el otro es lo único que dignifica nuestra existencia depredadora. Pero esta no es una cualidad innata y el miedo puede hacerla desaparecer. Hoy mismo hemos sabido que ha muerto un niño, de nombre Saah Exco. Tenía diez años y su familia había muerto de ébola. Deambulaba por las calles de la capital de Liberia porque no le trataban en unos hospitales colapsados. Nadie quería tocarle ni acercarse a él y ha muerto solo. No se me ocurre una mejor imagen del tiempo que vivimos: un niño que muere solo, rodeado de gente. No, el niño no somos nosotros, nosotros somos lo que queda sin ese niño.

6 de octubre de 2014

A fin de cuentas

Contemplaba
las marcas de las botellas
expuestas:
tequila,
ron,
ginebra,
y sintió
en la mirada
del anciano de la barra
el acuse de recibo
de su propia vida

3 de octubre de 2014

Lur

Tenía yo once añitos y bajaba con mi perra en el ascensor. La ansiedad y la ilusión dando vueltas en dos metros cuadrados. En un momento dado, el ascensor paró. El señor del segundo, aunque con menos ilusión que Lur, también iba a la calle. Y como queriendo contagiar su entusiasmo, se abalanzó sobre él. Yo le pegué un grito y le amenacé con la mano, para que no molestara. Se echó para atrás y el señor me dijo, amable, "no te preocupes, no pasa nada. Yo tuve una perra, parecida a ésta. A los trece años se murió. Y a veces me pregunto si pude haber hecho más cosas con ella. Alguna excursión más, porque no conoció el mar... y si la regañé demasiado..."

Esa noche, cuando mis padres se fueron a la cama, me levanté y me fui a su colchón, en el salón. Dormimos abrazados y lloramos juntos.

Dialéctica del espejo roto

No soy pesimista, solo es que siempre pierdo. Vivir es elegir qué vas a perder. Un amor, una virtud, una amistad… Lo paradójico es que, si se quedan contigo, van a cambiar a tu lado, van a convertirse en otra cosa contigo. Solo si se van antes de tiempo quedan tal cual eran, intactos, en tu recuerdo. Recuerdas joven a quien murió joven y recuerdas viejo a quien murió viejo. Así que solo pierdes lo que no pierdes. Así es como vivo con ella.

30 de septiembre de 2014

La historia más bonita jamás contada (microrrelato)

Entonces se dio cuenta: “voy a escribir la historia más bonita jamás contada”. Se había enamorado de la chica equivocada. Los versos brotarían de la herida inabarcable. Un niño a la sombra de un juguete olvidado. Dos ojos mirados por un atardecer cansado. El silencio después de su nombre. Hasta que vio esa nota guardada en su abrigo. Por delante no había nada escrito. Por detrás, tampoco. Una historia por escribir, el mejor presente. Y ni fueron, ni felices. Por ahí andan, revoloteando como perdices indultadas por la cizalla de un sí quiero.

25 de septiembre de 2014

Mi sitio

Yo me quedo
en la lágrima
de rocío
que despierta de la mano
del amor malherido.

En la noche sin respuestas,
en la lluvia que golpea
gota a gota
la ausencia.

El camino de la herida
que besa las pupilas
dilatadas
por tormentos

que buscan
escapar
al otro lado
del miedo,

donde acecha

y se rompe
el silencio

24 de septiembre de 2014

Reescribiéndome

Mis mejores versos brotaron
en el verde
que descubrí saltando
de tu abismo al mío.
Continué
versando
otros ojos,
silabándome a medias,
para volver al vientre
de los tuyos
y,
acurrucado en ellos,
recomponerme

21 de septiembre de 2014

El mecanismo del oprimido (ensayo)

Un hombre herido no busca justicia como una pregunta no busca la respuesta correcta. Para saber lo que busca una pregunta hay que saber quién pregunta y dónde está. Por eso, si queremos comprender nuestros actos hemos de mirar las estructuras en las que estamos inmersos. Al final solo se trata de reaccionar desde la posición que ocupamos y de defenderla.

Y es que, para funcionar en sociedad, necesitamos una identidad que nos defina ante los demás. Aquello con lo que nos identifiquemos nos hace ser quien somos y nos dice desde dónde actuamos. Buscamos nuestra manera de vivir la sexualidad, nuestra imagen, nuestra ideología, nuestra manera de expresarnos, nuestras prioridades. Y elegimos condicionados por estructuras heredadas, fruto del sistema económico vigente y sus discursos de legitimación de las injusticias y las relaciones desiguales. No somos libres para elegir lo que queremos ser: elegimos entre lo que existe delante de nosotros y la estructura de fondo no tiene todas las categorías en el mismo nivel. Y eso en cuanto a lo que elegimos, porque lo que no elijamos será ocupado por lo dominante en esa sociedad. Como hace cualquier organismo para adaptarse al medio en que vive, nuestra mentalidad está íntimamente relacionada con las contradicciones que desata el sistema económico en las relaciones entre las personas. La manera de mirar al otro determinará nuestra manera de relacionarnos y el concepto de solidaridad o de individualismo imperante.

Vamos moldeando y haciendo más compleja esa identidad con otras estructuras que nos montamos en nuestro entorno, en las relaciones familiares, afectivas, de trabajo, vecinales, de pareja, de compraventa. Cuando actuamos con los demás, estamos defendiendo nuestra identidad, nuestra posición dentro de esas estructuras. Y, como en la física, a toda acción en un sentido le corresponde una respuesta con la misma intensidad pero en sentido contrario. Al actuar no hacemos sino perpetuar esas estructuras.

Así, hay dos tipos de estructuras: la que estaba cuando llegamos, que no depende de nosotros y estamos obligados a pertenecer a ella, y las que creamos en nuestra relación con los demás. Podemos llamarlas estructura de fondo y estructuras cotidianas.

Ambas esferas, estructura de fondo y estructuras cotidianas, están relacionadas, pero si pensamos que son una sola no vamos a comprender cómo funcionan (cómo funcionamos) y mucho menos vamos a poder combatirlas. Veamos la primera, la que nos encontramos al nacer y que nos sobrevivirá. Hasta la fecha, todos los sistemas económicos han necesitado de grupos marginados, infravalorados e invisibilizados a los que poder explotar. Conviene recordar que en el sistema económico participamos todos, desde el momento que aquello que comemos no ha sido producido por nosotros mismos, la ropa que llevamos no nos la hemos hecho nosotros, nuestra casa se calienta con gas ajeno, la corriente llega previo pago a una multinacional, nuestros derechos están sujetos a convenio y el acceso a la sanidad y la educación no depende de nosotros. Nadie puede creerse al margen del sistema económico y todos somos cómplices de la explotación. Pues bien, en tu sociedad, aquella en la que has buscado tu identidad, hay grupos señalados con un valor inferior al tuyo. De la misma manera, el sistema espera de nosotros ciertas actitudes en ese vasto espacio de lo “no elegido”: lo que uno percibe como presión social sin saber por qué, pero sabe que le conviene cumplir. Si eres mujer has de ser de una determinada manera, si eres hombre de otra, tu trabajo debe ser cualificado, debes tener propiedades... si no consigues este tipo de exigencias sociales, te colocas debajo en relación a los demás. El resultado es la percepción de una jerarquía donde hay grupos sociales y grupos de personas que valen menos que otros y pueden ser tratados peor. Esto lo interiorizamos, con mayor o menor oposición.

¿Cómo distinguimos estructuras heredadas y estructuras coyunturales y por qué es importante hacerlo? Se distinguen en el grado de responsabilidad individual que puedes asumir y es importante porque, de no hacerlo, precisamente, desatamos el mecanismo del oprimido: desatamos nuestra frustración ante quienes creemos que podemos, que no tienen culpa. Puede ser contra aquél que es señalado como “inferior” en el discurso del sistema, puede ser el que menos fuerza tenga en tu estructura coyuntural o puedes ser tú mismo, mediante los mecanismos de culpa y autodestrucción que desates en tu cabeza. Este sentido autodestructivo se manifiesta con fuerza en la actual crisis económica, donde vemos que, sin una herramienta política que canalice las penurias y el sentimiento de culpa por no tener éxito social hacia una vía de cambio político, muchas personas están acabando con su vida.

El mecanismo del oprimido se confunde con actos enmarcados en el racismo, el machismo o cualquier otra categoría magnificada, cuando no dejan de ser actos individuales que se esconden tras esa palabra para evitar la propia responsabilidad. Esas interpretaciones son la excusa perfecta para evadir el problema, ponerlo en un ámbito en el que nosotros no estamos y no nos afecta, y para resolver que, precisamente, no nos afecta porque estamos por encima de ello.

Un “–ismo” precisa de intención por hacer prevalecer una doctrina. Un ejemplo de doctrina machista es cualquier religión monoteísta. En ellas, la mujer debe ocupar un segundo plano. Para ellos es tan necesario como indiscutible. Si proclamasen la igualdad total entre hombres y mujeres deberían abandonar todos sus textos sagrados y refundar todas sus instituciones. Cuando un obispo habla de algo que atañe a una mujer, doy por hecho que es un discurso machista.

Pero tenemos ejemplos cotidianos calificados como machistas y que no lo son. Por ejemplo, esos conflictos espontáneos y comunes al volante. Observas cómo un varón le grita a una mujer, desde la ventana de su coche, “que se vaya a fregar”. Resulta que ella ha hecho una maniobra temeraria y, por esos mecanismos egóticos, considera que es una agresión contra él porque le ha ninguneado. Ese mecanismo egótico lleva a la necesidad de devolver la supuesta agresión... Si hubiera sido negro, le hubiera dicho que volviera a la selva; si hubiera visto una bandera de España le habría dicho “facha de mierda” y si hubiera comprobado que le faltaba un ojo tendría serios problemas por evitar aprovechar esa circunstancia a la hora de generar dolor. El problema de fondo existe: la mujer ha sido invisibilizada y sobreexplotada durante toda la historia de Occidente. Es uno de esos grupos que percibimos “que valen menos”. Pero aquí no hay doctrina posible, solo utilización del dolor de manera miserable, sin importar el pretexto. Es un acto cobarde, pero individual, que debe ser enmarcado en la esfera de esa persona y su responsabilidad individual, sin la grandeza de una doctrina.

Hay otros actos que no son machistas sino que expresan un conflicto entre estructuras o manifiestan la jerarquía de una de esas estructuras. Por ejemplo, cuando un jefe le dice a una empleada algo ofensivo. Como un resorte, hablamos de machismo. Pero al rato vemos al mismo jefe diciendo algo aún más ofensivo a otro empleado, esta vez, masculino. Lo que veo aquí es la expresión de una de jerarquía montada, en este caso, sobre una empresa. A la empresa la viene bien que haya división jerárquica, para que se responsabilice a alguien del azuzamiento a que deben ser sometidos los trabajadores. Alguien que, si no cumple ese objetivo, pueda ser sustituido por otro que sí lo haga. Esta jerarquía funciona con un fin y lo cumple: por eso permanece. Decir que se trata de machismo hace poco en favor de comprender el machismo y las relaciones laborales.

De la misma manera, podemos escuchar a un hombre decir que está en contra del machismo y de la violencia de género, sin saber si lleva toda la vida maltratando de mil maneras a su pareja. Ni siquiera será consciente de ello, ya que lo habitual es que el maltrato se base en la negación del otro y en no tener en cuenta sus opiniones y emociones. El oprimido se siente mejor atacando a quien puede y subordinando a quien puede, con esa ilusión de, al hacerlo, dejar de ser un oprimido más. Y en este caso es su mujer. Sin embargo, en su identidad no aplica en absoluto su vida real. Este es un ejemplo de cómo evitamos responsabilizarnos de nuestros males confundiendo el espacio de esas distintas estructuras, la heredada y la de la vida cotidiana.

De la misma manera, hay vagos redomados que tienen a su mujer haciendo todo en casa y se escudan en que no pueden hacer otra cosa porque han sido educados en el machismo y no lo pueden cambiar. He aquí otro de los males de confundir interesadamente ambas estructuras, la de fondo y la cotidiana.

Con el racismo ocurre igual. Hemos conocido sistemas raciales y actitudes racistas en países como Sudáfrica o Israel. Racismo como doctrina. Legislación según la raza. Echemos un ojo a actitudes denominadas “racistas” en nuestro país. Partimos de que este sistema funciona a partir de la inversión privada, que solo busca el máximo beneficio para el inversor. Es evidente que no hay intención de invertir en mejorar el nivel de vida de las zonas con inmigrantes pobres a cambio de nada. Al contrario, la inversión girará en aprovechar el estigma del gueto para utilizarles como mano de obra barata. Esta circunstancia transmite que la vida del inmigrante explotado vale menos que la tuya.

Pongamos que uno de esos inmigrantes pobres es contratado por un empresario de la construcción, que le paga mucho menos de lo que le debería corresponder. Lo habitual es calificar de “racista” a ese empresario o, al menos, a esa actitud. Pero al empresario le da igual si es inmigrante o no, lo que le interesa es pagar menos salario. La riqueza de este hombre depende de rebajar los costes de producción. Más que de un acto racista, se trata de un acto “capitalista”. Si, por ejemplo, le subvencionase el Estado para que contratase a jóvenes nacionales o a mayores de 45 años por mucho menos dinero no tendría ningún inconveniente en hacerlo. Ocurre que, si digo que es racista, ese problema ya no es mío porque yo no soy racista. Aunque invierta mis ahorros en esa empresa constructora o sea uno de los beneficiarios de esa construcción. Por más que queramos creer que no somos parte de la explotación, es un hecho que vamos al mercado a consumir los bienes producidos en otras partes del mundo por trabajadores de otras razas en condiciones de esclavitud. Que nos beneficiamos de precios baratos por este motivo y optamos a puestos de trabajo dignos en la administración, distribución, publicidad y mantenimiento de esas empresas.

Hasta aquí estamos dibujando la estructura de fondo. Cómo unos quedan relegados más abajo y otros más arriba en la percepción social. Mientras para nosotros ese trabajador solo sea un trabajador explotado tendrá todo nuestro afecto y solidaridad. Pero si el único contacto se da una noche en que vuelve borracho en su coche y le da un golpe al nuestro, fácilmente será un “guachupino de mierda”. Y no creemos que los ecuatorianos pobres deban ser tratados peor pero aprovechamos esa estructura heredada para resolver nuestro problema individual culpando al otro y siguiendo fuera del problema. El sistema nos marca una jerarquía de fondo, y nosotros dibujamos las nuestras. Lo deseable sería que estuviéramos atentos a ambas y nos hiciéramos responsables de nuestros actos.

Estados Unidos es el mejor ejemplo para el tema del racismo. Allí tenían africanos negros como esclavos. Ese interés económico legitimó un discurso e incluso una legislación según la cual los negros debían tener menos derechos. Hoy esa distinción se ha reducido mucho y el racismo es algo menor. No debemos hablar de un sistema racial, como antes, y sí que podemos abrir paso a esta teoría de las estructuras: los conflictos con componente racial ya no dependerán necesariamente de una doctrina que obedece a un interés, sino que puede mirarse si esos comportamientos obedecen a estructuras inmediatas, coyunturales, con mayor responsabilidad individual.

Hace poco multaron a una mujer, en un estadio de fútbol, por hacer gestos racistas a un jugador negro del equipo contrario. El jugador acababa de meter un gol a su equipo. Calificar de racista ese acto me parece igual de pobre. Una persona que necesita sentirse parte de algo y solo lo encuentra en el equipo de fútbol de su localidad. Un deporte que, a juzgar por su sobrepeso, no habrá practicado nunca y supone más bien el ocio fácil para una mente sin inquietudes propias. Que cuando su equipo recibe un gol se siente dolida. Que necesita devolver el dolor. Que lo hace contra el jugador que marca el gol, aprovechando el color de su piel. Adjudicar a semejante ser, en semejantes circunstancias, una doctrina es otorgarle demasiado y de manera muy inmerecida.

Con la violencia política ocurre lo mismo. Es evidente que hay sistemas injustos, perpetuados por estructuras jurídicas y uso de la fuerza. La violencia política tiene sus orígenes y sus causas. Pero aquí me interesa esa tropa que se apunta a la violencia política, que aprovecha que se haya creado en su ciudad una estructura violenta. En España tenemos un buen ejemplo. En Euskadi se creó una organización armada con la intención de responder con la fuerza a la negación del sentimiento nacional. Mantuvo alrededor de un 15% de apoyo popular. A la vez, en el resto del Estado siempre ha habido grupos fascistas, dada la herencia del régimen. Pues bien, ¿cómo explicamos que en Euskadi, desde que se creó ETA, los fascistas se cuenten con los dedos de una mano? Las organizaciones tienen sus orígenes y responden a conflictos políticos, su crecimiento también, sus contradicciones... Pero no demos, a los que se apuntan a ello, la grandeza de quien tiene una ideología y aspira a trascender en la lucha política. El mundo etarra estaba plagado de cazurros tanto como lo está el mundo fascista en el resto del Estado. Y esto responde más a la necesidad de huir de algo en tu propia vida que a la necesidad de sacrificar tu vida mediante la lucha armada por amor a tus compatriotas.

Dándole la vuelta a las doctrinas, ¿de qué vale proclamarnos anarquistas, comunistas, cristianos, budistas o cualquier otra vía de elevación del espíritu humano, si a la primera de cambio nos aprovechamos de quien podemos aprovecharnos o desatamos nuestra frustración con quien creemos que podemos hacerlo?

Este texto pretende ser un alegato para la responsabilidad individual. Una batalla más en la guerra contra el aprovechamiento del más débil. Una reflexión sobre las consecuencias de nuestros actos cotidianos. Un cuestionamiento de las etiquetas utilizadas para evitar asumir los males que provocamos. Una invitación a observar tus propias redes afectivas y comprobar si es así como quieres que sigan siendo.

16 de septiembre de 2014

Memoría

La vida sigue como ese charlatán que no para de hablar y nunca escucha. Ella pelea con su bisnieta de diez meses y mira y se encapricha y espera, desde un envoltorio que hace tiempo renunció a dar batalla. Las noches siempre quieren otra cosa y en su afán se llevan lo que fue del día. Así, la amable perra de ayer resulta hoy una perra nueva. El nieto solterón parece que ya no tiene novia y vive solo. Pero hay algo que la vida le perdona a Guadalupe. Cuando ve el traje de carabinero de su padre rompe a llorar. De esa otra noche hace hoy setenta y ocho años. Los fascistas españoles, con sus chivatos, sus fiscales, sus paseos desde las cárceles y el silencio atronador de la gente de bien, le ejecutaron por no obedecer sus órdenes.

9 de septiembre de 2014

Hay veces

Hay veces que no me alcanza
con verme
en estas calles, su cielo
y sus miradas.

Me leo
y mis palabras me dan
vueltas
como a naipes de tristezas.

Tengo miedo de no verme
en tus ojos,
pero más de verme
en ellos.

Hay días
que no me reconozco
y todo está vivido
o fuera de lugar.

Mi iría
si supiera lo que soy.

Otros días, los menos,
siento un espacio mío
y me invento
y me vengo
de estas derrotas de siempre.

6 de septiembre de 2014

En el 5

Acabó la canción de Offspring, motor apagado, puertas cerradas. Peor que otra noche de sábado aburrida es querer otra noche de sábado aburrida. Ni siquiera me apetece ver una peli. La verdad es que solo quiero dormir. O quizás escribir algo sanador. Desde el garaje se escucha jarana infantil en la planta de arriba. Efectivamente, el ascensor para en la planta -1. Una pareja con sus dos peques han bajado a los trasteros a por algo. Y mientras su hermano pone en rojo el 1 y espera a que su padre le diga que no hace falta darle más veces, el otro se me acerca y me pregunta, sonriente: “¿tú dónde vives?” Señalo al panel iluminado y le digo “yo arriba del todo: en el 5”. “¿En el 5?” – como si fuera el fin del mundo-. "Más arriba ya no hay más casas”. Y sin esfuerzo recuerdo el tiempo en que vivía en un número y vivir era jugar con mi hermano y ver a mis amigos y era descubrir. Se cerró el ascensor y pensé que yo no vivo en el 5, que yo en realidad me escondo en el quinto. Vivir vivo en un amor imposible, en el recuerdo de un engaño, en mis derrotas irrecuperables, en actitudes que no me gustan y que tengo que aceptar. Vivo en un noquiero constante... Pero me ha alegrado el pequeñín del 1. Esta noche vivo en el 5.

3 de septiembre de 2014

Te llamaré (relato breve)

Te llamaré “Perrito”. Verás, nosotros necesitamos poner un nombre a las cosas. Para clasificarlas y comprenderlas. No es para ser mejores, ni para hacer nada por nadie, sino para no tener miedo. Si piensas en todo lo que podría pasar a cada instante... que todo es incierto y que nada es seguro, sientes miedo. Miedo de lo que te rodea pero también de ti mismo. ¿Hasta cuándo? ¿Hasta cuándo seguiré siendo lo que soy? Un coche, un maldito coche. Justo hoy... Quién sabe de dónde ha aparecido, de qué demonios estarían hablando ahí dentro. Si estaban cantando o discutiendo... Da igual, porque han pasado de largo. Y ahí estás tú. Sonriéndome. Tienes el cuerpo hecho polvo, tío. Y sonríes. Ni siquiera tenías miedo de otro coche, el mío, cuando lo he parado cerca de ti. Ni has tenido miedo de mí cuando me acercaba a ti, tan débil. Me siento a tu lado y sonríes. Confías. Y noto cómo se desgarran las entrañas de mis palabras. No sabes lo que te vas a perder, porque nunca has querido más de lo que tienes. Mira, me pitan. Que se esperen. Nadie debe morir solo. Fíjate. Nosotros nos atropellamos constantemente. Nos traicionamos para poder tener más cosas. ¿Hasta cuándo? No, no nos hacemos preguntas para encontrar la respuesta, sino para quedar del otro lado y echar la culpa a otro. Me pitan para llegar a firmar el recorte sanitario, para comunicar una subida de tarifas, para embargar un piso, para poder ser "el que más" en algo... y yo sonrío contigo. Me gusta tu mundo sin rencores, sin ambiciones estúpidas, sin traicionar. Sí, amigo, estamos todos muertos. Y sonríes. Veo todos mis miedos en tus ojos, pero sonríes. Y me haces dudar. No sé si todo es un cuento o el cuento es solo lo demás.

31 de agosto de 2014

La lechera de Vermeer (Manuel Rivas)


Estuve unos días en Amsterdam y pude contemplar este cuadro en el Rijksmuseum. Pocas veces ocurre que, a esa maravilla a la que nos transporta el cuadro, podamos añadir otra literaria. Y me gustaría compartirla aquí:

"Mi madre era lechera. Tiraba de un carrito con dos grandes jarras de zinc. La leche que repartía era la de las vacas de mi abuelo Manuel, de Corpo Santo, a una docena de kilómetros de la ciudad. Este abuelo mío, cuando era joven, tuvo un día en la mano la pluma de escribir del párroco y dijo: « ¡Qué letra más bonita tendría si supiese escribir! ». Y aprendió a hacerlo con una hermosa letra de formas vegetales. Por encargo de las familias, hizo cientos de cartas a emigrantes. En su escritorio vi por vez primera, en postal, la Estatua de la Libertad, las Cataratas del Iguazú y un jinete gaucho por la Pampa. Nosotros vivíamos en el barrio de Monte Alto de Coruña, en un bajo de la calle de Santo Tomás, tan bajo que había cucarachas que se refugiaban en las baldosas movidas. A veces jugaba contra ellas, situándolas en el ejército enemigo. Yo conocía el miedo, pero no el terror. Voy a contarles cómo entré en contacto con el terror. Mi madre La lechera se va con su carrito y sus jarras de zinc. Estoy jugando con mi hermana María. De repente, escuchamos estallidos y un gran alboroto en la calle. Nos asomamos a la ventana del bajo para ver qué pasa. Pegados al cristal, descubrimos el terror. El terror viene hacia nosotros. Mi madre nos encontró abrazados y llorando en el baño. El terror era el Rey Cabezudo.
En 1960 yo tengo tres años. Por la tarde, escucho los cánticos de los presos en el patio de la cárcel. Por la noche, los destellos de la Torre de Hércules giran como aspas cósmicas sobre la cabecera de la cama. La luz del faro es un detalle importante para mí: mi padre está al otro lado del mar, en un sitio que llaman La Guaira.
Tengo tres años. Lo recuerdo todo muy bien. Mejor que lo que ha ocurrido hoy, antes de comenzar esta historia. Incluso recuerdo lo que los otros aseguran que no sucedió. Por ejemplo. Mi padrino, no sé cómo lo ha conseguido, trae un pavo para la fiesta de Navidad. La víspera, el animal huye hacia el monte de la Torre de Hércules. Todos los vecinos lo persiguen. Cuando están a punto de pillarlo, el pavo echa a volar de una forma imposible y se pierde en el mar como un ganso salvaje. Ésa fue una de las cosas que yo vi y no sucedieron.
En 1992 fui a Amsterdam por vez primera. Aquel viaje tan deseado era para mí una especie de peregrinación. Estaba ansioso por ver "Los comedores de patatas". Ante aquel cuadro de misterioso fervor, el más hondamente religioso de cuantos he visto, la verdadera representación de la Sagrada Familia, reprimí el impulso de arrodillarme. Tuve miedo de llamar la atención como un turista excéntrico, de esos que pasean por una catedral con gafas de sol y pantalón bermudas. En castellano hay dos palabras: hervor y fervor. En gallego sólo hay una: fervor. La luz del hervor de la fuente de patatas asciende hacia la tenue lámpara e ilumina los rostros de la familia campesina que miran con fervor el sagrado alimento, el humilde fruto de la tierra. También fui al Rijksmuseum y allí encontré La lechera de Vermeer.
El embrujo de La lechera, pintado en 1660, radica en la luz. Expertos y críticos han escrito textos muy sugerentes sobre la naturaleza de esa luminosidad, pero la última conclusión es siempre un interrogante. Es lo que llaman el misterio de Vermeer. Antes de ir a parar al Rijksmuseum, tuvo varios propietarios. En 1798 fue vendido por un tal Jan Jacob a un tal J. Spaan por un precio de 1.500 florines. En el inventario se hace la siguiente observación: «La luz, entrando por una ventana en el lateral, da una impresión milagrosamente natural».
Ante esa pintura, yo tengo tres años. Conozco a aquella mujer. Sé la respuesta al enigma de la luz.

Hace siglos, madre, en Delft, ¿recuerdas?,
tú vertías la jarra en casa de Johannes
Vermeer, el pintor, el marido de Catharina Bolnes,
hija de la señora María Thins, aquella estirada,
que tenía otro hijo medio loco,
Willem, si mal no recuerdo,
el que deshonró a la pobre Mary Gerrits,
la criada que ahora abre la puerta
para que entres tú, madre,
y te acerques a la mesa del rincón
y con la jarra derrames mariposas de luz
que el ganado de los tuyos apacentó
en los verdes y sombríos tapices de Delft.
La misma que yo soñé en el Rijksmuseum,
Johannes Vermeer encalará con leche
esas paredes, el latón, el cesto, el pan,
tus brazos,
aunque en la ficción del cuadro
la fuente luminosa es la ventana.
La luz de Vermeer, ese enigma de siglos,
esa claridad inefable sacudida de las manos de Dios,
leche por ti ordeñada en el establo oscuro,
a la hora de los murciélagos.

Cuando le di a leer el poema a mi madre, ni siquiera pestañeó. Me sentí inseguro. Aunque hablaba de la luz, quizá era demasiado oscuro. Fui a un estante y cogí un libro sobre Vermeer, el de John Michael Montias, en el que venía una reproducción de La lechera. Esta vez, mi madre pareció impresionada. Miró la estampa durante mucho tiempo sin hablar. Después guardó el poema y se fue.
Días más tarde, mi madre volvió de visita a nuestra casa. Traía, como acostumbra, huevos de sus gallinas, y patatas, cebollas y lechugas de su huerta. Ella siempre dice: «Vayas donde vayas, lleva algo». Antes de despedirse, dijo: «He traído también una cosa para ti». Abrió el bolso y sacó un papel blanco doblado como un pañuelo de encaje. El papel envolvía una foto. Mi madre explicó que había ido de casa en casa de sus hermanas para poder recuperarla.
La foto era de soltera. Anterior a 1960 pero muy posterior, desde luego, a 1660. Mi madre no recuerda quién fue el fotógrafo. Sí recuerda la casa, la dueña de mal carácter, el hijo medio loco y la criada que abría la puerta. Era una chica muy guapa, de cerca de Culleredo. «Un día fui y me abrió otra. A ella la habían despedido, pero yo nunca supe el porqué.» En su mirada había una pregunta: «¿Y tú cómo supiste lo de la pobre Mary?». Luego sentenció: «Tras los pobres anda siempre la guadaña».
Por el contrario, mi madre no le daba ninguna importancia a que la mujer del cuadro y la de la foto se pareciesen tanto como dos gotas de leche.


MANUEL RIVAS, relato de su libro "¿Qué me quieres, amor?" (Editorial Alfaguara)

El cuadro lo vi junto a mi hermano, quien hace años me enseñó este texto y me acercó a Manuel Rivas. Lo único que está en movimiento en el cuadro es la leche vertiéndose... así, como vamos tejiendo el hilo que nos dibuja, a pesar de todas nuestras dudas.

26 de agosto de 2014

Deseatado (microrrelato)

No me atreví. Con los nervios desbocados, volví a comprobar que era su melena, su forma de caminar, e incluso hice ademán de llamarla. Pero la voz no sale como uno quiere cuando lleva días sin hablar con nadie. Le hubiera contado que la había visto esta mañana en el aeropuerto. Y no una, sino dos veces. El día anterior, caminando por no sé qué calle de Berlín. En la caja de aquel supermercado... Menos mal que ya no me atreví, porque me hubiera encontrado otra mirada extrañada. Todas me transmiten una nostalgia común, algo que hemos perdido cada uno de nosotros. Y durante ese rato se calla tu dichosa frase sobre dejar de vernos.

24 de agosto de 2014

La vieja roca

Al pie de la casa de sus abuelos, la vieja roca le hizo recordar. Lo primero que vino a su mente fue el viaje por el norte con su sobrino Marcos. Se convirtió en la persona mayor que siempre imaginó de otra manera. Supongo que tenía que ser así, pensó. Después, la roca le hizo revivir las excursiones con sus hermanos en aquellos veranos interminables. Miradas roedoras entre olor a matorrales desesperados de mundo por conocer. El otro lado de la montaña. Y el otro lado que descubría en sus tíos favoritos. Después, la piedra le hizo sentir la suavidad de la mano de Rebeca en una de las visitas a la familia. Su mirada dulce y las ganas de perderse juntos. Pensó en Marta. En Bea. Pensaba en todo lo que pudo dar de sí, y en todo lo que perdonaba porque siempre hacemos lo mejor que hemos podido hacer. Y después de llenar de nuevo su corazón, la vieja roca se despidió de él. Debía empezar otra historia, como siempre ha sido. Y la de Marcos y sus peques prometía más acción.

8 de agosto de 2014

Endecasílabos desencasillantes

Las señales de mi camino muestran
siempre un náufrago en el mar de las dudas.
Que a veces nada y ahora solo quiere
sentir cómo tus miedos se desnudan.

Hoy que todo lo bueno se derrumba
y cotizan al alza los mediocres
el único sendero que dibujo
es la escala del gris de mi ternura.

1 de agosto de 2014

Creaturas (Relato breve)

Se despertó con la sensación de que había alguien más en la habitación. Quiso girar la cabeza para salir de dudas, pero estaba paralizado. Solo alcanzaba a ver el último vaso de whiskey vacío, en la mesita, al lado del despertador. Aunque cayera en uno de sus arrebatos alcohólicos, siempre había sido muy ordenado. Empezó a notar cómo la presencia se le acercaba, despacio, por el costado derecho. Sus miedosos ojos descubrían, en este orden, unas largas patas negras, potentes mandíbulas en forma de hoz y una cabeza que daba cortos giros sobre sí misma. Un cuerpo peludo y gigante, de color negro, que parecía estar devorándole poco a poco por dentro. Intentó por todos los medios ejercer alguna fuerza para liberarse, pero su cuerpo no respondía. Aterrorizado, revisó su campo de visión, como pidiendo ayuda a las sombras. Pero allí solo estaba, bien colocada y sobre la silla de siempre, la ropa que debía ponerse el lunes para ir a la oficina.
Las fuerzas se estaban olvidando de él por completo y no pudo mantener los ojos abiertos. Entonces apareció ella. Preciosa, con su mirada huidiza y sonriendo. Su voz dulce dijo “no te preocupes más y vente conmigo”.

29 de julio de 2014

Imposibles naturales

Como el Sol
persiguiendo el aroma de la lluvia.
Ella calmaría
su esencia
de combustión constante que,
un día,
acabará con él.
Pero
cuanto más se le acerca
antes desaparece.

Despedazando

El nacionalista catalán más "español" tenía el dinero en Suiza;
la "izquierda catalana" se frota las mismas manos que firman todos los recortes;
los liberales pillan dinero público y devuelven parte a los gobernantes, en negro;
el principal gasto público va a financiar a los bancos privados;
los sindicatos viven de los ERES y los cursos a desempleados;
la policía denuncia por atentado a los que golpean sus porras;
la muerte busca en google qué es eso de la deuda hipotecaria;
los poderosos clamaron por la democracia en Ucrania hasta que hubo un golpe de estado;
Hay un pesado velo
que mis mejores ideas intentan esquivar
como los niños de Gaza a las bombas de vacío.
(¿y por qué me dejaste marchar?)

Ver canción en youtube

25 de julio de 2014

Un Hamlet sin calavera

Miedo
a ser
y a no estar,
a ignorar
y a destripar
la realidad,
a querer
para olvidar.
A empezar
el curioso camino
hacia la indiferencia
que en ella empieza.
Al futuro
ya vivido,
a emociones
que ya han sido.
Al vuelo
previsto
que dibuja
el mismo signo
de interrogación.
Porque el porqué
es una vía
de doble sentido
que llega a ningún sitio.
Temor a los muros
sobre la inocencia
de la infancia
sin tenerla.
Este calor de agosto
cansa y desespera
de no traer
una respuesta nueva,
O de traerla.

23 de julio de 2014

Despedudas

Querer
es quedar
del otro lado.
A expensas de ti,
bendita condena.
Lo peor es cuando
tu ausencia
devora los contenidos
y siembra fantasmas
en lo que quiera.
Y cadáveres
arrebatados
del pasado
que me explica.
Quizás solo es
el miedo
de lanzarme
al vacío
de empezarme contigo.

16 de julio de 2014

Rutas intransitables

Mi presente,
de amar,
es yo pierdo.
Y es tu abrazo
el que da
sentido
a las derrotas.
Sé que el miedo
no es más
que el camino de vuelta
y que uno,
solo,
no puede con sus dudas.
Amar a una estrella
es no dejar de verla.
Y es verla en las otras,
incluso en las posibles.

21 de junio de 2014

Noche de noches

Escucho,
a lo lejos.
Tus palabras
recorren
la calle de siempre.
Esta noche de noches
guarda
una lluvia
que nos pille en el medio.
Y me empapa el silencio
otra noche de noches
(no sé cuántas llevo).
Un ladrido insolente
me parece un reproche.
Pasa un tren, puntual,
que ahora suena a lamento.
Y las mismas estrellas
que nos hablan de ti.
Yo me voy a mi noche,
a soñarte aquí.

16 de junio de 2014

Jodido

Estoy jodido.
Apareces
y me convierto
en sonrisa.

Nerviosa
torpe
que
da vueltas
y no sé qué más.

Sabes que te quiero
robar el tiempo
y me vale,
por el momento.

Cuando te alejas
un nudo de nada
menos
miedo
me invade por dentro.

Estoy jodido.
Menos mal que estoy jodido.
Si no,
estaría como antes
de estar contigo.

13 de junio de 2014

Especies

Me miró extrañada. No es habitual andar persiguiendo a un bichito torpón, de los que hacen un ruido molesto con ese caparazón grueso, loco por seguir una luz que quizás solo es un reflejo. Le solté al otro lado de la ventana. No tenía por qué ser su final. Verás, el bichito ni siquiera tiene noción de sí mismo, ni siquiera sabe que existe. Y acabar con su vida por mi comodidad o por estética me convertiría en algo que no quiero ser. Si me pica o me muerde, pues habrá tenido más valor mi acto. El dolor es la medida de todas las cosas. Creo que actuamos siempre por interés. En este caso, porque me siento mejor ayudándole. Sin embargo, me atormenta pensar que hacemos el bien por interés tanto como podemos causar el mal por interés. Por eso, la opción dolorosa es la que quiero seguir.

Mira, aquí está, la cita de Pessoa: “Nunca amamos a nadie: amamos, sólo, la idea que tenemos de alguien. Lo que amamos es un concepto nuestro, es decir, a nosotros mismos”. Pero ella me miraba y yo me empeñaba en colgarme de ella. Su sonrisa, sus ojos llevándome de un lado a otro, sus movimientos de mano... y, a cada segundo que pasaba, Pessoa tenía menos razón. Pessoa, yo, el bichito. Lo correcto, lo incorrecto...

Allí estaba yo, sabiendo por fin lo que era, y rogando porque no me matase.

9 de junio de 2014

Encontrándome

Lo reconozco.
Me torturo demasiado.
Sin saber por qué
y sobre todo por eso.
No me gustan las respuestas
preñadas
de miseria.
Me ataca la duda,
si merece la pena.
Hay un miedo latente
que comprende
el bien y el mal
como tipos de interés.
Otro juego
de marionetas
y ya no somos los mismos.

Todo me da igual
o menos
hasta que pienso
que esto mismo
te podría estar pasando a ti.

1 de junio de 2014

Cupido cabrón

Déjame desnudarte otra sonrisa,
pasear por tus palabras caricia,
soñar un beso robado
de nuevo.
Soñar, solo es eso,
que no caiga el telón
con el letrero
que diga
lo que los dos sabemos.

28 de mayo de 2014

Desechada

No hizo daño a nadie, aunque le hubiera gustado. Tampoco elevó a ninguna persona o grupo de ellas a ningún altar. No logró presentar esta cruel realidad como un lugar apacible, ni asomó a ningún alma perdida a la hermosura de lo que se fue. Como toda hija de la libertad, tuvo que aceptar su destino y volver a la noche de los tiempos, donde le esperaban las otras ideas desechadas.

22 de mayo de 2014

19 de mayo de 2014

La creación del mundo

Lo más bonito que existe. Eres.
Creo.
Ilusiones y nostalgias
de la mano
dan forma a las calles.
Sonrisas que prometen y
derrotan amarguras.
Ni rastro
de niños muertos.
Pero una mañana
clavada a las otras
desvela el tedio en las nubes
que lloran
palabras huecas.
Creas.
No vales nada. Eras.
Yo
no sabía que,
en algún lugar,
me esperaba algo así. Además de ti.
Adiós.
Creo.
Nunca seré capaz
y
contigo sería feliz.
Qué gracioso el camarero.
Qué guapos los críos.
Los perros, las aves. Todo cambia
y maravilla.
Pero
cómo iba yo a saber.
Perdóname.
Pues que te den.
Estúpida dependienta.
La puta gente...
Como los gatos antes de ti,
a su bola.
Me da igual.
Y no.
Todo cambia,
vaya mierda.
Creo.

6 de mayo de 2014

OJOS

Salió de su casa. Como siempre, dio dos vueltas a la llave. Algo le hizo llevar sus ojos a la mirilla de la puerta. Un destello, un movimiento inesperado. Se acercó un poco más y pudo ver que desde dentro había un ojo mirándole. Como un niño, apartó al momento su mirada para que la realidad desapareciese frente a él. Volvió para acercar sus ojos, algo avergonzados por la reciente huida, pero no vio nada al otro lado. Y nervioso, dudando si debería entrar de nuevo para comprobar que no había nadie en su casa o si debería irse ya para no llegar tarde a esa dichosa reunión, notó cómo sus piernas marcaban el camino de siempre y su brazo se extendía para dar al botón del ascensor.

Aquella silla, frente al ordenador, le esperaba igual que una obligación irremediable. Desde ella veía al jefe caminar entre las mesas de los compañeros como quien pasea a su perro por el parque. Necesitaba ver los ojos verdes, inmensos, de su compañera. Y soltó un chascarrillo. Mientras ella le miraba, dulce y sonriente, algo le hizo mirar hacia abajo. Un destello, un movimiento inesperado. Sintió la presencia del otro lado de la mirilla. La mirada de su yo vencido, pidiéndole que bajara los brazos y se retirara de todo y de todos. Esa presencia había sido su pareja desde el último naufragio. Pero ahora había dos hermosas promesas, mirándole, plantando cara a su propio miedo. Comprendió que, cada vez que evitaba un problema, ese fantasma saboteador se hacía más grande. Y en la turbulencia del razonamiento, verse en los ojos de ella fue montarse en un coche en marcha. Un coche que no dudó en tomar para llegar hasta la infame reunión de resultados del último trimestre.

Allí fue el único que no rió la broma estúpida del jefe, el que le cortó para rectificar uno de esos errores tontos que cometen los que nunca son contrariados, quien no se inmutó cuando aquél levantó la voz y quien finalmente se despidió de todos diciendo que nadie se merece un jefe tan idiota, mirándole a los ojos como si mirase, sin miedo, al otro lado de la puerta.

3 de mayo de 2014

La muerte acecha en cada esquina

La muerte acecha en cada esquina.
Es un perro que se asoma a la cocina,
tu silencio
y mis palabras
malheridas.
Un abrazo olvidado
buscando tu cuerpo,
la palabra perfecta en el silencio,
sonrisa de mis sentidos
pensamientos,
soñados,
eco.

29 de abril de 2014

Flotando

Alejas de mí
la tentación de sentir
esta luna cansada
con los rostros de ayer
que hoy no dicen nada.
Y me llevas
a ninguna parte,
pensando solo
esa alegría en tus ojos,
que me muestran,
hermosos,
mis imposibles.

22 de abril de 2014

Tiempo

Deshielo acariciando una montaña,
la forma en que me miras,
botella vacía
otra vez.
Rayos de un sol agobiante
mirados por pétalos a lo lejos,
soportados tras una ventana
otra vez.
Maquillas la vida ante el espejo,
locura y ausencia,
miedo
otra vez.
Sombras que duermen una montaña,
un niño curioso y ajeno
otra vez.
Te quiero
y olas que me rodean,
recuerdos imposibles
otra vez.
Angustia acuciante,
libérame tú que puedes,
otra vez.
Deshielo...

19 de abril de 2014

Reconociéndome

Cierro tus ojos
como a un difunto
con quien compartes
silencio.
Mi derrota
honra
a las mariposas muertas:
ellas señalan
el camino de vuelta.

Sir Charles

Tal día como hoy murió Charles Darwin. Él era creyente hasta que comprendió cómo funcionaba la vida. Su propio conocimiento le fulminó y le convirtió en odioso mensajero. Una carta que le escribió su mujer recoge con crueldad y ternura la condición humana. Le rogaba que abandonase sus afirmaciones, que la ciencia no podía explicarlo todo y tenía que haber algo más. Él escribió en el reverso, como un tesoro que consiste en no ser desvelado, "cuántas veces he llorado con ella". No podemos imaginar la soledad en la que vivió el grande y a la vez pequeño Charles.

La vida no se creó para nosotros. No somos pequeños dioses. No nos dirigimos a un paraíso donde esperan todos nuestros anhelos. Somos la vida tanto como lo es una bacteria, y toda la vida está emparentada y tiene un origen común. El heroísmo no existe en la naturaleza. El azar actúa siempre. Y no sobrevive el que es mejor, el más noble, el bueno... sino quien ha heredado un material genético que se desenvuelve mejor en el medio en que vive... No hay progreso lineal hacia nada, solo adaptación.

Nuestro heroísmo reside en esas lágrimas vertidas. En saber lo que sabemos y, a pesar de todo, ofrecer nuestra mano para seguir adelante.

20 de abril

"Nunca soñé con quererte,
ni con sentirme así
".
(Benedetti)

20 de abril

15 de abril de 2014

El saber no ocupa lugar



Olía muy mal. Un olor confiado de su fuerza, que se pegaba en el alma y pesaba en el verbo. Ella miraba hacia los lados y no reconocía nada. Se preguntaba quién le había dejado allí. Sola. Sin respuestas. Detuvo a un transeúnte con intención de preguntarle, pero el transeúnte andaba a otra cosa y solo le decía que olía muy mal. Imploró a un inquieto mirlo, a un gato juguetón y hasta a un policía municipal. La única respuesta era la indiferencia.

Fue recogida y llevada, junto a las otras, al inmenso vertedero de la ciudad.

12 de abril de 2014

Cadenas

Qué sería del día
si a la noche
le entrase la duda
de seguir siendo noche.
Si la luna quisiera
dormir sin estrellas
y abrazar sin tener
que alumbrar para ver.
Qué sería la noche
sin imaginarte.

8 de abril de 2014

Seguramente

Empezó a sospechar mientras iba al servicio. Un trayecto tan corto como una excusa. La realidad es que le hubiera resultado insoportable permanecer junto a sus compañeros. No estaba acostumbrado a gestionar un triunfo. No estaba acostumbrado a gestionar nada si no era en solitario.

Caminaba controlando la euforia, para que no se notasen sus ganas por soltar la presión. Se conocía lo suficiente para saber que no estaba preparado para algo así. Esperó a cerrar la puerta para decirse, a sí mismo, con una mezcla de extrañeza, alegría e incertidumbre, que eran ya demasiadas cosas. Primero, la vecina del tercero regalándole los buenos días con su enorme sonrisa. Después, haciendo callar desde su coche al idiota del BMW. Manteniendo una inédita actitud amenazante consiguió que le pidiera perdón por esa maniobra que casi le saca de la carretera. El whatsapp de su amigo para quedar hoy, sin pedirle nada. Y ahora, delante de ella, el jefe le dice que están encantados con su trabajo.

Tenía que estar soñando. Miraba su cara feliz ante el espejo. Y con la risa desatada y sin los miedos de siempre empezó a darse divertidos pellizcos. No estaba soñando. No era eso. Simplemente había perdido el control. Y se sintió mejor que nunca porque ese control jamás le trajo nada bueno.

2 de abril de 2014

Devuelta

Conocía esa mirada. Tras la ventana, en un autobús a punto de partir. Pensó que, a fin de cuentas, cuando alguien vive solo, exagera lo que ve. Ahora simplemente debería fijarse en otras cosas. La mirada del niño frente al caracol, cada uno buscando su refugio. Los colores que iluminan a gritos el salón de un humilde bajo reclamando compañía. El cielo cerrando el telón y descubriendo una noche plomiza. La lluvia cayendo a su paso, disimulando dos preciosas lágrimas.

31 de marzo de 2014

Dime con quién andas

Caminaban con prisa, atropellándose cada poco, como dos piedras que se despeñan. Uno de ellos señaló con la cabeza. Todos los días veía a esa mujer comprar flores. Seguro que no tiene para comer en condiciones y anda con esas chorradas. Torcieron la calle. Las palabras, que no iban a gusto en ese trote, aprovecharon la corriente para seguir a la señora. Tras un corto paseo, se paró al borde de la carretera. Allí descansaban, exhaustas, las dos flores de ayer. Y decidieron quedarse junto a las hermosas rosas que las continuaban.

30 de marzo de 2014

Cogiendo carrera

Se trata de vivir con lo que tienes, no de saber si te han empujado o si has tropezado. Sentir cada cambio de etapa, con sus tormentos, que lo replantean todo pero que van dibujando lo que eres y desde dónde mirarás hacia atrás.

26 de marzo de 2014

Reflexión sobre la violencia

Se habla estos días de “violencia” como la respuesta a la falta de vías para el cambio. ¿realmente vale de algo la violencia?

Definamos primero “violencia”. Si es el empleo de la fuerza para conseguir algo, abrimos un terreno muy amplio: ¿cuándo no estamos usando nuestra fuerza? ¿no está toda relación con los demás subordinada a estructuras desiguales heredadas tanto en el ámbito familiar, laboral, contractual o en las relaciones afectivas? ¿tenemos con alguien los mismos recursos en conocimientos, tono de voz, capacidad de expresión, contundencia o posición desde la que hablamos? ¿nos relacionamos desde la misma necesidad, ya sea de amistad, deseo sexual, intención de obtener un determinado beneficio o, simplemente, de quedar por encima desde aquello con lo que nos identificamos?

Si el vecino macarra tiene más fuerza que el vecino bajito y le dice que va a utilizar parte de su plaza de garaje porque no le gusta maniobrar, está usando la violencia física sin llegar a ejercerla. Pero también está usando la violencia si no le dice nada y se aprovecha de su carácter complaciente y huidizo. Uno no va al banco a pedir un préstamo o una hipoteca “de igual a igual”: el banco siempre aprovecha su posición de fuerza para establecer intereses, comisiones y cláusulas abusivas. Eso es violencia. También es violencia una huelga laboral, en cuanto se trata del uso de la propia fuerza, la unión de los trabajadores como fuerza de producción, para dar una sacudida al sistema entero, paralizándolo para exigir cambios en su propio beneficio. Violento es que, con seis millones de parados, estés obligado a aceptar un trabajo indigno con sueldo de miseria. En ninguno de estos casos se ha utilizado la agresión física. Ha bastado el uso de la propia fuerza cuando descansa en una posición más favorable. Y, siendo violencia en todos los casos, no estaría mal distinguir cuándo es para hacer prevalecer un privilegio o cuándo para reivindicar lo justo, como ocurre con las huelgas laborales.

Se podrá decir que “violencia” es solo coacción “física”: dar una paliza es violencia física. Pero echar a la calle sin indemnización y sin subsidio a un trabajador es negarle el sustento para su propia alimentación, hundir su nivel de vida... y ésto es una violencia física más duradera que una paliza. En el caso de mi vecino, del banco, de aceptar un sueldo indigno... ¿hubiera cambiado algo que se hubiera impuesto por la fuerza física a haber sido aceptado con la fuerza de las distintas posiciones?

Todas las estructuras sociales nacieron del enfrentamiento físico por los recursos, porque jamás un grupo social ha cedido sus privilegios “por las buenas”. Por eso no ha habido nunca un cambio social sin el uso de la violencia física. También las opciones pacíficas han descansado sobre formas de violencia: Gandhi no se dió en el vacío… se dió en un conflicto eminentemente violento en el que se aprovecha de la violencia anterior, al presentarse como una forma de continuar la misma lucha por otros medios. Y, si bien no utilizó la fuerza física, utilizó la coacción de la huelga de hambre, que no deja de ser una amenaza de muerte (y nada menos que la muerte de los representantes del movimiento). Martin Luther King Jr. promovió la “no violencia” precisamente contra los métodos violentos que le precedieron. Paradójicamente fue asesinado, llevando al tema al punto crucial: no se trata de los medios utilizados, sino si están funcionando o no. A Luther King le estaba funcionando sin violencia, y sus detractores no encontraron otro medio de neutralizarlo que la violencia.

Tanto Gandhi como Luther King triunfaron porque su reivindicación era clara: el fin de la ocupación británica y el fin de la segregación. Un ejemplo de método violento que no ha funcionado es el que ha tenido ETA todos estos años. Su método era la violencia, pero su reivindicación era nada menos que la independencia de siete territorios a lo largo de los estados español y francés, y además, “el socialismo”. La independencia ya es difícil y poco clara, pero “el socialismo”, al menos el prometido por los socialistas marxistas, no ha podido ser establecido en ningún país del mundo, como para ser establecido en un pequeño y aislado país sin tradición socialista. Es de destacar que la mayor actividad y el mayor apoyo a ETA se dio, precisamente, cuando las opciones políticas de izquierda en el resto del Estado abandonaron sus horizontes utópicos y firmaron acuerdos para entrar, como una fuerza más del mismo sistema, en los mismos ayuntamientos, comunidades y juntas. El crecimiento de ETA no solo reflejó el apoyo a la violencia sino, sobre todo, el derrumbe de la vía política como método de cambio.

Los años 30 en España nos recuerdan el dilema “democracia” vs “violencia”. La situación del país era de enfrentamiento social extremo entre privilegiados y condenados a la miseria. Para mí, este esquema ya es violento. Cuando llegaron las elecciones, alguien creyó que el resultado del voto popular iba a evitar el derramamiento de sangre. Pero el hecho fue que la izquierda no iba a permitir jamás un gobierno que contase con los fascistas (1934) ni la derecha iba a permitir un gobierno que contase con los comunistas (1936). Hoy, no nos engañemos, seguimos exactamente igual y, antes o después, volverá a pasar lo mismo.

Este país fue llevado a una dictadura de derechas por la victoria militar, y el régimen resultante se mantuvo por la fuerza. Incluso las reformas que liquidaban al régimen se instauraron desde arriba en un proceso vigilado por las intactas fuerzas del franquismo. El resultado, plagado de violencia, es un sistema clientelar donde grandes fortunas (a través de las más diversas empresas), partidos, sindicatos e Iglesia católica se reparten la riqueza nacional por usurpación o por “comisión de gestión”. Aquí es donde, en los últimos meses, hemos vivido varios momentos llamados “violentos”, que motivan este texto. Y no me refiero a los miles de desahucios, a los despidos en empresas con ganancias o a la represión policial en manifestaciones. Sino a imágenes como un policía siendo agredido por decenas de jóvenes encapuchados o la lucha, utilizando disturbios callejeros, del barrio de Gamonal intentando frenar la intención del alcalde de malversar dinero público. En el primer caso, el triunfo de la violencia física ha consistido en cosas tan poco conectadas con la raíz del problema como hacerse con un casco policial para el recuerdo, llevar a un joven a la cárcel por tentativa de homicidio y la amenaza de una multa millonaria para los convocantes; en el segundo, los vecinos se salieron con la suya y el alcalde tuvo que retirar su plan.

También hemos visto cómo la violencia consiguió expulsar al presidente de Ucrania, que estaba ahí arriba con la legitimidad de las urnas. ¿Sirve, entonces, la violencia? La violencia, como la no-violencia, la paz, la huelga o las manifestaciones, solo sirven para conseguir un objetivo si tienen una clara reivindicación detrás.

20 de marzo de 2014

Entonces comprende

Uno camina disperso
hasta que queda
atrapado en otros ojos.
Entonces comprende
por qué sale el sol,
los cruces de caminos,
la risa de los niños,
los trenes detenidos,
que ese miedo
no es suyo,
ni este silencio
en que argumentarse.
Y la razón
por la que
pesa tanto
un mundo y aparte.

17 de marzo de 2014

Enredado

Enredaba pensamientos
entre las sábanas
cuando uno de ellos
se revolvió,
huidizo,
le miró a los ojos
y le dijo
Deja ya de buscar excusas.
Trató de colocarlo en su sitio,
pero de ese sitio
surgió otra presencia
pidiendo
que pusiera el tapón
en el desagüe de las angustias.
Descolocado,
pudo sentir una voz
ya apagada
reconociendo
que hacia ese desagüe vamos todos
pero también ellos
habían ayudado
a alejarle de allí
desde el principio.
Empequeñecido,
convertido ya
en una de esas voces,
te pide que sigas
ese maravilloso legado.

7 de marzo de 2014

Respuesta

Detuvo el disco
de la melancolía titubeante
para colocarlo
junto a su colección de derrotas,
tomó de un trago
los versos de siempre
y abrió los ojos
por fin
para moldear
las sombras de la infancia
con sus propias manos

26 de febrero de 2014

Somos


Nos formamos con las respuestas que nos enseñaron para las preguntas que nos hicieron en el espacio que nos dejaban. Crecemos peleándonos con sus teorías en el silencio de la mayoría.

Vivimos en simetría con el entorno en que nos desenvolvemos (por inercia o rechazo). Si alguien a mi lado se abandona, a mí se me quitan las ganas de hacerlo; si otro está muy alegre mientras yo estoy hundido, a mí me hunde otro poquito; y si estoy rodeado de demasiada tristeza, me apetecerá llenar mi espacio en la alegría. La ambición de hoy quiere suplir las carencias de ayer. Entregar tu vida a alguien o a algo te quita peso en tu propia vida. Más que acciones, lo que hacemos son reacciones. El vacío siempre está ahí, con la alegría, la pena, el amor y el odio… Nosotros participamos o no de ello, en función de nuestra posición respecto al grupo.

"No sabemos por qué estamos vivos” será siempre tan cierto como que estamos vivos. Las preguntas no tienen carga emocional: somos nosotros, ante una necesidad concreta, quienes buscamos las preguntas que tienen esa carga emocional. La respuesta suele ser simple y cruel: aceptación.

La falta de respuestas es igual para todos. Y de la misma manera que, si perdiéramos un brazo, no perderíamos nada de lo que somos, no podemos poner un límite físico a nuestra persona, ni en el interior, ni en lo social: somos lo que otros alentaron y lo que nos dejan ser ahora... somos, irremediablemente, una parte de ese "uno" social.

“La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas: doblan por ti” (John Donne).

24 de febrero de 2014

Relaciones digitales (relato breve)

Se quedó atrapado en los ojos negros de la alumna nueva. Necesitaba saber de ella. Verla, donde fuese. Sintió la alegría de estar vivo, la necesidad de mejorar. Los rostros de siempre volvían a ser niños con las cosas de los adultos. Las grietas de las paredes hacían divertidas muecas a los caminantes. Las tazas de café titubeaban, graciosas, y las colillas se enredaban risueñas en los ceniceros. El tipo odioso de la tele se había convertido en un tío entrañable. Y ella siempre estaba en su mente. Quería contarle lo que pasaba por su cabeza y saber cómo mataba el tiempo cuando no había nada que hacer. Sus miedos. La noche era ese espacio inmenso y secreto donde podía perderse de su mano. Acariciar su pelo, acurrucada a su lado. Besar su cuello y olvidarse de todo lo demás.

El sol le descubría siempre con una sonrisa y no sabía responderle si el sueño había sido o acababa de empezar. Hasta que ella puso más datos en su perfil. Tenía novio. Los otros datos no los sabremos nunca. Le habían roto el corazón, otra vez. Siempre me pasa lo mismo con los cursos online, dejó ver, enigmático, en su estado de facebook.

Es mi relato para el II Concurso de Relato Breve "El Dios Tecnología" del Club de Escritura Fuentetaja

23 de febrero de 2014

Me salva

Me salva
mirar mis abismos
con tus ojos
y
levantar
con
nuestras
pobres respuestas
entrelazadas

21 de febrero de 2014

Devenires

La vida es el camino que va desde un no saber hasta un te hubiera gustado ver esto. Empieza por uno y acaba en otro.

En vilo

Tanto visitante inesperado le hizo pensar en lo peor. Los médicos no le habían contado la verdad y de allí no iba a salir. Hasta que apareció su tío para anunciarle la buena nueva, más nueva que nunca: el Consejo de Administración había decidido aceptarle como miembro.


Es mi microrrelato para el concurso de Relatos en Cadena, en la SER, de esta semana. Debe empezar por "Tanto visitante inesperado"

17 de febrero de 2014

Noche

Despertó sobresaltado. Como recibiendo una explicación, recordó haber alargado su mano para apagar el despertador. Se había quedado dormido en esos “cinco minutos más”. Sus ojos iluminaban el reloj, que marcaba las 09:15. Tampoco es tan grave, pensó mientras giraba la cabeza y comprobaba que, lo que realmente estaba iluminando la habitación era una enorme luna que parecía señalarle.

Miró su móvil, para comprobar si la hora del reloj era correcta. Puso la televisión, por si se habían vuelto locos los otros aparatos de su casa. A esas horas, debería estar el Sol iluminando la mañana... en la tele deberían estar hablando de algún fenómeno extraño. Nada. Normalidad.

Se vistió rápidamente y salió para el trabajo. Le acompañó la enorme luna hasta la puerta, sin que ninguna emisora hablase de por qué, a esas horas, la luna gobernaba el día. Con entusiasmo entró en la oficina. - Eh, ¿qué te parece, la luna que hay en el cielo? - Sí, preciosa, está enorme... - Ya, pero, que son casi las 10:00 y es de noche! - Bueno, cómo venimos... ¿ha habido juerga hasta tarde?

El pesado de Contabilidad aprovechó para darle una lección sobre el movimiento de rotación de la Tierra. A todos le parecía normal que por el día fuera de noche. Y ninguna broma podía haber puesto de acuerdo a personas que se odiaban tanto entre sí. La falta de comprensión le apretaba las sienes y, por momentos, se le hacía insoportable.

La jornada fue transcurriendo por resignación. Como sus nervios, de más a menos. Hasta que, bien entrada la tarde, empezó a asomar por la ventana una claridad conocida. Era el Sol apareciendo, poniendo en marcha la noche. Empezó a mirar, disimuladamente, a todos los compañeros que tenía alrededor. Ninguna reacción. Era lo normal. Y apenas empezó a liberar una carcajada nerviosa, se percató de una de las compañeras nuevas. Ella le miraba. Parecía querer decirle algo. Y él la necesitaba. Se acercó dando unos interminables pasos hasta hacer coincidir, ya de cerca, sus miradas. – ¿Es raro, verdad? Titubeó ella. Él resopló. Se sintió libre, estaba en lo cierto y alguien le comprendía, no estaba solo... - Vámonos. La noche será lo que nosotros queramos.

16 de febrero de 2014

Autodeterminación

Por mis cabales deambulan pesados fantasmas. Sonrisas convertidas en olvido. Entusiasmadas miradas en miradas perdidas. La sábana que invitaba a compartir un despertar es hoy una lágrima pegada toda la mañana. El Sol trae ausencias que entierran a las anteriores. Un segundo sin reloj que lo contemple. Gotas de lluvia que no son escuchadas.

Al fin y al cabo, nosotros creamos cada momento. Y ninguno es más real que otro: caras que vienen y se van, amores irremediablemente a medias, amigos que ya no están, promesas que eran mentira y qué querías que hiciera. Puedes buscar a alguien en lo vivido, pero ese alguien ya no es la misma persona. Y ¿cuánto era inventado, mientras estabais juntos? El pasado y el futuro son dos caras de la misma moneda.

Reconozco la tentación de crear esos momentos que necesito de la mano del alcohol o alguna droga. También hay momentos en los que me imagino dirigiendo mi caída hacia alguno de los criminales que tanto odio. Quizás así mi vida habría servido para algo... pero, como en el poema de Brecht, dar cobijo a un indigente una noche de invierno no acaba con la explotación. De nada vale saber qué es lo que quieres, si te quedas con lo primero que encuentras. Me gusta imaginar que no me cambian las carencias ni las puñaladas, y que hay más que aguantan, como pueden, como yo. Vivir es aprender a morir. Y seguir siendo como soy será el mejor de los finales.

Soul to squeeze (RHCP)

13 de febrero de 2014

Ganado

Salió de casa para ir al trabajo. El vecino de enfrente esperaba al ascensor, con el mismo propósito. Que en la fábrica están despidiendo a gente. Claro, no se venden coches. Parón en el segundo: una vecina reclamaba su espacio en el cubículo, camino a la oficina. Que están echando a gente. Que claro, que no se venden coches. Así hasta que la planta baja, tan baja como sus cabezas, les arrojó al mundo para ir al mismo sitio pero separados. Hasta luego. Él, que siempre iba en transporte público, empezó su caminata. Disfrutó la amabilidad de otro vecino que le sujetó la última puerta de la urbanización. No podía saber que solo era amable cuando las acciones de la empresa de coches subían. Gracias. Siguió caminando. Y, como nunca miraba a la cara, la vista solo le alcanzó a ver la camiseta de un chaval que esperaba a alguien: “Who wants to live forever”. La frase le hizo pensar mientras se asomaba, frente a él, el autobús. Aceleró el paso, poniendo los ojos en el autobús tanto como el conductor del coche que venía a su espalda los tenía en el reloj. Si llego tarde al trabajo otra vez, me despiden.

Su última imagen fue la marca del coche pasándole por encima. Ese día no echó a nadie.

9 de febrero de 2014

Amor a tres

La toalla irrumpió en el salón con un sugerente bailecito. Pero él siguió tumbado en el sofá, mirando hacia esa botella. Solo quien ha recibido amor está capacitado para amar, pensó, medio vacía.

7 de febrero de 2014

Palíndromo escacharrado o "esta derrota es mía"

Verse en ti
para ser por fin
ser sin ti
para que te verse

Creación literaria

Con la compasión del vencedor
mis demonios confesaron su secreto:
los necios están a salvo.

Aturdido,
me acerqué a ver tus textos
y acabé mirando tus ojos
con los míos

5 de febrero de 2014

Vacío

No hay mayor abandono que olvidar por qué tomaste una decisión.

A él le ocurrió cuando vio a la vecina del tercero contemplando una foto suya, tumbada en la cama. Sintió la música que jamás había tocado su árido corazón.

Pudo notar el aire fresco rompiendo el desprecio de sus padres, sus profesores y sus jefes y archivando la inutilidad de su cuerpo.

Los pequeños del segundo creaban universos paralelos allí donde alcanzaban sus pequeñas manos.

Y la señora del primero se esmeraba en limpiar la vida frotando fuerte sobre el cristal, al otro lado de la ventana.

4 de febrero de 2014

Autodestrucción

Recupero esto que escribí en una de mis mudanzas con los muebles del amor. Removiendo conceptos mejoramos las herramientas que nos trabajan, las palabras:

Necesito a alguien a quien decirle que es lo mejor que me ha pasado en la vida.

Que nunca nadie me hizo sentir así.

Necesito que me necesites.

Que me hagas sentir especial si pienso que solo eres para mí...

Y me sienta completo diciéndome que soy solo para ti.

Que cambiaré tus males y aceptarás, como yo, los míos.

Podré decir "te quiero", que es como decir que solo te salvo a ti.

Renunciando a todo lo demás por esa idea en la que te has convertido.


"El amor no es escencialmente una relación con una persona específica; es una actitud, una orientación del carácter que determina el tipo de relación de una persona con el mundo como totalidad, no con un “objeto” amoroso. Si una persona ama sólo a otra y es indiferente al resto de sus semejantes, su amor no es amor, sino una relación simbiótica, o un egotismo ampliado." (El arte de amar, Fromm)

3 de febrero de 2014

Tess (en "Raro", de Benjamín Prado)

Tengo que recuperar aquí este fragmento de "Raro", de Benjamín Prado. Está dentro de la novela, pero parece un microrrelato:

"Tess era uno de esos coches que aparecen de pronto en las calles del centro cubiertos de nieve de alguna montaña lejana y la gente se da cuenta de que querría estar en esa montaña y toda la ciudad empieza a parecer una ciudad distinta y peor y sus relojes van más despacio y sus sábados están más lejos. Sólo que su nieve no se deshacía, aquel coche estaba cada vez más blanco mientras el mundo seguía dando vueltas con sus veranos e inviernos, con sus noches de lluvia y sus tardes de sol. Nuestras habitaciones volaban por los aires y ella escribió un poema que hablaba de las formas en que se fundían las líneas de nuestras manos y yo descubrí que cuando la escalera termina puedes seguir subiendo. Y, de repente, la nieve empezó a deshacerse"

1 de febrero de 2014

Crisis

No quedaban galletas integrales. Las de avena, las de siempre. Ayer no se acordó de comprarlas. Tocaba ir al trabajo con las pilas de un solitario Nespresso.

Al entrar en el ascensor se dio cuenta de que le faltaba algo. Probablemente la mitad del alma, pero no hubiera podido saberlo, porque nunca le preocupó esa materia. Miraba las cuatro paredes del ascensor y parecía que otros ojos las estaban descubriendo en los suyos. No las recordaba así. De hecho, no las recordaba ¿cómo eran las paredes de este ascensor? se preguntó antes de salir de él y toparse con otras paredes, de un gris aburrido y manso, que le llevaban al garage. Pensó que llevaba mucho tiempo allí para no haberse fijado en nada de ese edificio, y al momento sintió la indiferencia que le venía de vuelta. Sintió un escalofrío mientras, por inercia, sacaba las llaves del coche. Pero en el lugar donde debería estar su coche había otro coche. Como dominado por una fuerza externa, la misma que le había levantado de la cama esa mañana, introdujo la llave que sostenía en la mano y el coche le respondió un sonriente "tap tap", invitándole a empezar la jornada. Recorrió las calles de la ciudad ajena, dando por hecho que iba al trabajo. La ciudad diferente le condujo hasta un edificio extraño, sin personalidad, como él, y sin ningún sentido. Allí dentro, todos le deseaban buen día a su paso. Un paso que se detuvo en el que debía ser su sitio. La cara le quedaba a la altura de un ordenador que le iba indicando la tarea. Entonces, apareció ella, brillante, inmensa, ofreciéndole constelaciones al gusto de sus ojos verdes. Tampoco. Tampoco sabía quién era ella. Pero eso ya no le importó.

31 de enero de 2014

Estar y no

"Suspiró profundamente y recogió dos cubiertos olvidados en la mesa. Confiaba en que iba a cumplir lo prometido antes de comer y sería ella quien los recogiera. Pero prefirió centrarse en la carcajada que Lagun le acababa de arrancar del alma, como antes arrancó su cuerpo de la mesa, y no en esa maldita enfermedad"

Es mi microrrelato para el concurso de Relatos en Cadena, en la SER, de esta semana. Debe empezar por "Suspiró profundamente y recogió dos cubiertos"

30 de enero de 2014

Me basta así (Ángel González)

Si yo fuese Dios
y tuviese el secreto,
haría un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
—de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso—;
entonces,
si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo,
mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando —luego— callas...
(Escucho tu silencio.
Oigo
constelaciones: existes.
Creo en ti.
Eres.
Me basta.
(Ángel González)

Porquería

Con tantos "por qué", acabé hecho una porquería

Foto: "Don´t let me be misunderstood", de Brian Day

Sant Felip Neri

Tal día como hoy, en 1938. El fascismo no lograba imponerse pasado año y medio del golpe de Estado y decide incrementar los bombardeos sobre población civil. Una de las bombas de Mussolini cayó en la mágica plaza Sant Felip Neri de Barcelona, que cambió su espíritu para acoger el de decenas de niños que jugaban con ella

28 de enero de 2014

Si...

Si todo es el fruto de lo que otros pensaron
y solo se explica mirando hacia atrás,
somos lo que imaginan de nosotros,
sus propios cabos sueltos por atar.

Y me veo en tus ojos y me esfumo en tus labios.
Si pienso qué soy, no lo sé, la verdad.

Sé que tampoco es para mí la nada,
no importa si me quieres abrazar,
quizás mi única batalla ganada
es que a tu lado me quiero quedar.

27 de enero de 2014

Catarsis

Ha sonreído al verme
y el mundo ahora es mágico
como el horizonte de un niño.

Imagino,
revoloteando,
una mariposa
que se mira en el río.

Cada mañana despierto
en una sonrisa
y empieza mi sueño.

Hasta que un día,
el menos pensado,
el mismo sabor
de otras veces.

Nevera vacía,
estruendo sordo
en la angustia de siempre.

Crece el niño de repente
y todo está en su sitio,
que no es el mío.

Pobre certeza:
me encuentro solo
porque
me perdí contigo.

Era a ti
a quien sonreías.
Y el río continúa
sin mariposa
en que verse.

22 de enero de 2014

Hoy (microrrelato)

Preparaba en su agenda las tareas del día siguiente cuando comprobó que no había nada anotado en el día anterior. Si tuviera pareja, le estaría preguntando qué estuvieron haciendo. Un día se le podía haber esfumado si tuviera una afición o una inquietud. Si hubiera quedado con sus amigos, se acordaría de una charla con un café o unas cervezas. Pero el 21 no dejó rastro alguno. Un día desaparecido. ¿Por qué nunca lo había oído en la televisión o en la radio? Comprendió que esa agenda no empezaba días sino que los enterraba. Los muros no se levantan desde lejos, se levantan con las propias manos, piedra a piedra. Así que decidió recuperar su día. Abrió la puerta, y defendió cada espacio de su calle como cada respiración. Recorrió los silencios que acercan los rótulos luminosos y aceptó la promesa que esconde cada rostro. Devolvió el saludo a una hermosa luna y no pudo evitar bromear a un niño curioso y ya desorientado. Carcajadas de ladrillos rotos dibujaron la sonrisa de la muchacha de la tienda de ropa.

21 de enero de 2014

Amanecer (microrrelato)


Corrí todo lo rápido que pude, como un galgo que acababa de comprender la intención de sus amos. Caí rendido, y sin aliento pasaron incontables horas. En un lento proceso pude sentir cómo crecían raíces de mis patas inmóviles. Entonces creí ser un árbol robusto y sereno. Podía hablar con la tierra y compartir con ella los rayos de Sol y el agua de la lluvia. Me ofrecía sus nutrientes y yo la acariciaba con mis hojas, ayudado por las aves a las que abrigaba. Un día llegaron sierras, excavadoras y mantos de asfalto lapidario para dar paso a una nueva autovía. Fui desgarrado definitivamente. Desconozco cuánto tiempo pasó. Solo sé que, antes incluso de mirar, debía levantar el vuelo. Con las otras aves observé los hermosos paisajes, disfruté las emocionantes artes del cortejo y me entregué a los vientos y sus caídas. Hasta que aquel certero estruendo trajo un silbido que ardía sin remedio. Pasó otra larga noche hasta que desperté entre pétalos que rebosaban color y estambres de delicia escondida. Una tarde fatídica, enredada en juegos de niño que no comprendí, acabé desgarrando parte de mi cuerpo. Ahora solo siento el frescor en mi pie derecho, que asoma insolente y sin sábana. Todo lo demás se fue contigo.

“Que la gota reside en el océano, todo el mundo lo sabe;
pero que el océano reside en la gota, lo saben muy pocos” (verso indio)