1 de febrero de 2014

Crisis

No quedaban galletas integrales. Las de avena, las de siempre. Ayer no se acordó de comprarlas. Tocaba ir al trabajo con las pilas de un solitario Nespresso.

Al entrar en el ascensor se dio cuenta de que le faltaba algo. Probablemente la mitad del alma, pero no hubiera podido saberlo, porque nunca le preocupó esa materia. Miraba las cuatro paredes del ascensor y parecía que otros ojos las estaban descubriendo en los suyos. No las recordaba así. De hecho, no las recordaba ¿cómo eran las paredes de este ascensor? se preguntó antes de salir de él y toparse con otras paredes, de un gris aburrido y manso, que le llevaban al garage. Pensó que llevaba mucho tiempo allí para no haberse fijado en nada de ese edificio, y al momento sintió la indiferencia que le venía de vuelta. Sintió un escalofrío mientras, por inercia, sacaba las llaves del coche. Pero en el lugar donde debería estar su coche había otro coche. Como dominado por una fuerza externa, la misma que le había levantado de la cama esa mañana, introdujo la llave que sostenía en la mano y el coche le respondió un sonriente "tap tap", invitándole a empezar la jornada. Recorrió las calles de la ciudad ajena, dando por hecho que iba al trabajo. La ciudad diferente le condujo hasta un edificio extraño, sin personalidad, como él, y sin ningún sentido. Allí dentro, todos le deseaban buen día a su paso. Un paso que se detuvo en el que debía ser su sitio. La cara le quedaba a la altura de un ordenador que le iba indicando la tarea. Entonces, apareció ella, brillante, inmensa, ofreciéndole constelaciones al gusto de sus ojos verdes. Tampoco. Tampoco sabía quién era ella. Pero eso ya no le importó.

6 comentarios:

  1. Vivimos la rutina de manera mecánica, robotizada, con ausencia de colores...hasta que llega ese detalle, esa persona que, con un simple gesto o mirada, o tan solo una palabra, puede tornar la más aburrida monotonía en la jornada más emocionante y llena de colores.

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    1. Y que lo digas, Mónica. La rutina funciona porque da un marco establecido, unos límites para actuar desde el personaje que tenemos, y a la vez es un refugio, porque nos evita las preguntas incómodas sobre todo aquello que nos rodea, que nunca es igual y que jamás es como lo percibimos y encasillamos. Todo son ventajas, salvo una: que la vida, así, no es nuestra.

      Baste una presencia nueva, con su propia luz, para iniciar otro camino :)

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  2. Ciertamente así pasan nuestros días, y hacemos las cosas mecánicamente, sin darnos cuenta, en ocasiones creemos que nuestra rutina es mala y que nos cansa, sin embargo ¿qué haríamos sin ella?, pues probablemente engancharíamos con otra diferente y así hasta el final de nuestros días...Me gusta tu texto y la idea de que alguien nos salve de la rutina.
    Saludos

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    1. La rutina es un tren sin ventanas. Al final, siempre es otra persona la que nos salva... al final somos lo que otros piensan de nosotros, solo somos en los demás, que nos llevan y nos traen... Bienvenida a mi cabecita, sofya :)

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  3. Eso que describes me pasaba cada día, hasta que estuve viviendo fuera de mi ciudad y mis costumbres durante varios meses. Durante esos meses la rutina no existió, y al volver, redescubrí todo lo que ya conocía. Sin proponérmelo, me vi fijándome en detalles en los que nunca había reparado, mirando todo con otras gafas. Al poco tiempo es cierto que volví a ponerme las lentes de la rutina, pero me di cuenta de que no sólo otros nos salvan de ella, también podemos salvarnos nosotros mismos.
    Me encanta tu texto y como lo has enfocado :) Un abrazo grande.

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  4. Gran observación, Patricia :) Por eso elegí llamarlo "crisis". Crisis es lo que le entra al personaje una vez que empieza a plantearse las cosas, lo que quiere decir que su vida no era "propia" (en realidad, todo le lleva a él y no al revés). Ha sido una crisis interna, primero. Y crisis también es el cambio que le ofrece esa mujer para salir de ahí... o no, porque también puede ser para mantenerle ahí con ella... Bienvenidas sean las crisis que nos ofrecen una nueva oportunidad... sobre todo, para empezar de nuevo. Hacia dónde nos llevan es otra cosa... y siempre es mejor dejarse ayudar.

    Gracias, Patricia. Abrazaco! :)

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