28 de mayo de 2014

Desechada

No hizo daño a nadie, aunque le hubiera gustado. Tampoco elevó a ninguna persona o grupo de ellas a ningún altar. No logró presentar esta cruel realidad como un lugar apacible, ni asomó a ningún alma perdida a la hermosura de lo que se fue. Como toda hija de la libertad, tuvo que aceptar su destino y volver a la noche de los tiempos, donde le esperaban las otras ideas desechadas.

22 de mayo de 2014

19 de mayo de 2014

La creación del mundo

Lo más bonito que existe. Eres.
Creo.
Ilusiones y nostalgias
de la mano
dan forma a las calles.
Sonrisas que prometen y
derrotan amarguras.
Ni rastro
de niños muertos.
Pero una mañana
clavada a las otras
desvela el tedio en las nubes
que lloran
palabras huecas.
Creas.
No vales nada. Eras.
Yo
no sabía que,
en algún lugar,
me esperaba algo así. Además de ti.
Adiós.
Creo.
Nunca seré capaz
y
contigo sería feliz.
Qué gracioso el camarero.
Qué guapos los críos.
Los perros, las aves. Todo cambia
y maravilla.
Pero
cómo iba yo a saber.
Perdóname.
Pues que te den.
Estúpida dependienta.
La puta gente...
Como los gatos antes de ti,
a su bola.
Me da igual.
Y no.
Todo cambia,
vaya mierda.
Creo.

6 de mayo de 2014

OJOS

Salió de su casa. Como siempre, dio dos vueltas a la llave. Algo le hizo llevar sus ojos a la mirilla de la puerta. Un destello, un movimiento inesperado. Se acercó un poco más y pudo ver que desde dentro había un ojo mirándole. Como un niño, apartó al momento su mirada para que la realidad desapareciese frente a él. Volvió para acercar sus ojos, algo avergonzados por la reciente huida, pero no vio nada al otro lado. Y nervioso, dudando si debería entrar de nuevo para comprobar que no había nadie en su casa o si debería irse ya para no llegar tarde a esa dichosa reunión, notó cómo sus piernas marcaban el camino de siempre y su brazo se extendía para dar al botón del ascensor.

Aquella silla, frente al ordenador, le esperaba igual que una obligación irremediable. Desde ella veía al jefe caminar entre las mesas de los compañeros como quien pasea a su perro por el parque. Necesitaba ver los ojos verdes, inmensos, de su compañera. Y soltó un chascarrillo. Mientras ella le miraba, dulce y sonriente, algo le hizo mirar hacia abajo. Un destello, un movimiento inesperado. Sintió la presencia del otro lado de la mirilla. La mirada de su yo vencido, pidiéndole que bajara los brazos y se retirara de todo y de todos. Esa presencia había sido su pareja desde el último naufragio. Pero ahora había dos hermosas promesas, mirándole, plantando cara a su propio miedo. Comprendió que, cada vez que evitaba un problema, ese fantasma saboteador se hacía más grande. Y en la turbulencia del razonamiento, verse en los ojos de ella fue montarse en un coche en marcha. Un coche que no dudó en tomar para llegar hasta la infame reunión de resultados del último trimestre.

Allí fue el único que no rió la broma estúpida del jefe, el que le cortó para rectificar uno de esos errores tontos que cometen los que nunca son contrariados, quien no se inmutó cuando aquél levantó la voz y quien finalmente se despidió de todos diciendo que nadie se merece un jefe tan idiota, mirándole a los ojos como si mirase, sin miedo, al otro lado de la puerta.

3 de mayo de 2014

La muerte acecha en cada esquina

La muerte acecha en cada esquina.
Es un perro que se asoma a la cocina,
tu silencio
y mis palabras
malheridas.
Un abrazo olvidado
buscando tu cuerpo,
la palabra perfecta en el silencio,
sonrisa de mis sentidos
pensamientos,
soñados,
eco.