24 de agosto de 2014

La vieja roca

Al pie de la casa de sus abuelos, la vieja roca le hizo recordar. Lo primero que vino a su mente fue el viaje por el norte con su sobrino Marcos. Se convirtió en la persona mayor que siempre imaginó de otra manera. Supongo que tenía que ser así, pensó. Después, la roca le hizo revivir las excursiones con sus hermanos en aquellos veranos interminables. Miradas roedoras entre olor a matorrales desesperados de mundo por conocer. El otro lado de la montaña. Y el otro lado que descubría en sus tíos favoritos. Después, la piedra le hizo sentir la suavidad de la mano de Rebeca en una de las visitas a la familia. Su mirada dulce y las ganas de perderse juntos. Pensó en Marta. En Bea. Pensaba en todo lo que pudo dar de sí, y en todo lo que perdonaba porque siempre hacemos lo mejor que hemos podido hacer. Y después de llenar de nuevo su corazón, la vieja roca se despidió de él. Debía empezar otra historia, como siempre ha sido. Y la de Marcos y sus peques prometía más acción.

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